ACTUALIDAD
22
Amigos del Toldo
Verde, hacia
un verdadero
patrimonio de lo
común
por Pablo Arboleda Basta con mirar hacia arriba
para poner en cuestión todo
aquello que se nos ha inculcado
hasta la fecha. Nos dicen que
patrimonio es lo que nos identifica
y, tras asignarnos un patrimonio,
nuestra identidad queda establecida.
Nos dicen que somos ese castillo,
esa catedral o ese palacio, pero alzamos
la mirada y no vemos ningún
castillo, ninguna catedral ni ningún
palacio. Basta con mirar hacia arriba
y todo lo que vemos son edificios
con toldos verdes. El Toldo Verde:
tan mundano, tan vulgar, preso de
una omnipresencia que curiosamente
le hace pasar desapercibido.
‘Amigos del Toldo Verde’ es un nuevo
grupo de Facebook donde todo
el mundo está invitado a arrojar
luz –¡qué paradoja!– y así tender la
mano a este elemento arquitectónico
con el objetivo de reconocernos
en él tal y como somos. Sin florituras,
sin impostación. Nuestro verdadero
patrimonio, nuestra identidad
más auténtica.
«¿Cuánto tiempo tiene que pasar para
concebir algo como patrimonio?» se
preguntarán algunos. De milenios pasamos
a siglos, pero en una era caracterizada
por la aceleración de la historia,
de siglos pasamos a unas cuantas
décadas. Mañana pronto será ayer. El
Toldo Verde, originario de los años 60,
es una reliquia con la que convivimos
hasta hoy, y precisamente por ello es
a la vez pasado y presente. No se trata
de un patrimonio llevado en volandas
por viejas historias. No es una
víctima de la nostalgia. El Toldo Verde
es la casa de nuestros abuelos, la casa
de nuestros padres y, queramos o no,
también es nuestra casa.
La presencia de un Toldo Verde pone
de manifiesto el acto arquitectónico
más básico, puro y primitivo que se
pueda imaginar. Desde que el hombre
es hombre, una piel curtida y extendida
sobre cuatro palos constituye un
refugio. Miles de años después, el Toldo
Verde nos reivindica como humanos,
erigiéndose como fundamento
práctico a la hora de crear una sombra
allá donde no se requiere cerrar el espacio.
Contribuye a que no nos agostemos
en agosto. Debe analizarse, por
tanto, desde un prisma despolitizado.
Y es que el Toldo Verde no es de derechas
ni de izquierdas, sino de sentido
común. Porque en España, objetivamente,
hace calor.
Denostado por la mayoría, entendemos
el Toldo Verde como símbolo
de periferia; y en efecto, en el origen
fue así. Crecemos y crecemos, y al ensanchar
nuestras calles tenemos más
luz –bendito milagro que propicia la
aparición del toldo. Crecemos y crecemos,
y lo que antes era lejos ahora
queda cerca. Los ricos siguen siendo
ricos y siguen en el centro, y los pobres
ahora son también ricos porque
han creado sus propios centros. Acierta
quien perciba el Toldo Verde como
una reinterpretación contemporánea
de la idea clásica de belleza. ¡Qué armonía
aporta el Toldo Verde! Nuestro