TÉCNICA
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temperatura del aire que nos rodea
está muy alejada de la realidad.
Podemos decir que nuestro cuerpo se
encuentra en una situación de confort
térmico cuando el ritmo al que generamos
calor es el mismo que el ritmo
al que lo perdemos para nuestra temperatura
corporal normal. Esto implica
que, en balance global, tenemos que
perder calor permanentemente para
encontrarnos bien, pero al «ritmo»
adecuado. Influyen varios factores:
· Actividad física y mental. Nuestro
cuerpo debe generar calor para
mantener nuestra temperatura corporal,
pero también es un «subproducto
» de nuestra actividad física
y mental. Para una situación de reposo,
el cuerpo consume unas 70
Kcal / hora, frente a una situación de
trabajo, donde se pueden consumir
hasta 700 Kcal / h para un ejercicio
físico intenso.
· Metabolismo. Cada persona tiene su
propio metabolismo y necesita sus
propios ritmos para evacuar calor.
También existen otros factores que influyen
en el ritmo de pérdida de calor:
· Aislamiento natural del individuo. El
tejido adiposo (grasa) y el vello, son
«materiales» naturales que aislan
y reducen las pérdidas de calor. La
cantidad de cada uno de ellos depende
del individuo.
· Ropa de abrigo. La ropa de abrigo
mantiene una capa de aire entre la
superficie de nuestro cuerpo y el
tejido que nos aísla térmicamente.
Aunque la ropa de abrigo provoca
una sensación de calentamiento
del organismo, en realidad lo único
que hacen es reducir las pérdidas de
calor pues, evidentemente, no consumen
energía ninguna y, por tanto,
no producen calor. Como no consumen,
es el mecanismo más barato
energéticamente hablando para
regular la temperatura del cuerpo.
En nuestras pretensiones de climatización
de la vivienda, debemos considerar
esta solución de una manera
razonable, es decir, por ejemplo, en
invierno, tan exagerado sería climatizar
para estar siempre en camiseta
(los costes energéticos se disparan),
como para estar siempre con abrigo
(demasiado incómodo).
· Temperatura del aire. Es el dato que
siempre se maneja pero no es el
fundamental a la hora de alcanzar el
confort térmico.
· Temperatura de radiación. Es un factor
desconocido, pero tan importante
como el anterior. Está relacionado
con el calor que recibimos por radiación.
Podemos estar confortables
con una temperatura del aire muy
baja si la temperatura de radiación
es alta; por ejemplo, un día moderadamente
frío de invierno, en el campo,
puede ser agradable si estamos
recibiendo el calor del sol de mediodía;
o puede ser agradable una casa
en la cual la temperatura del aire no
es muy alta (15ºC), pero las paredes
están calientes (22ºC). Esto es importante,
porque suele ocurrir en
las casas bioclimáticas, en donde la
temperatura del aire suele ser menor
que la temperatura de las paredes,
suelos y techos, que pueden haber
sido calentadas por el sol.
· Movimiento del aire. El viento aumenta
las pérdidas de calor del
organismo, por dos causas: por infiltración,
al internarse el aire en las
ropas de abrigo y «llevarse» la capa
de aire que nos aisla; y por aumentar
la evaporación del sudor, que es un
mecanismo para eliminar calor.
· Humedad del aire. La humedad incide
en la capacidad de transpiración
que tiene el organismo, mecanismo
por el cual se elimina el calor. A mayor
humedad, menor transpiración.
Por eso es más llevadero un calor
seco que un calor húmedo. Un valor
cuantitativo importante es la humedad
relativa, que es el porcentaje de
humedad que tiene el aire respecto
al máximo que admitiría. La humedad
relativa cambia con la temperatura
por la sencilla razón de que la
máxima humedad que admite el aire
cambia con ella.
Efecto invernadero
Es el fenómeno por el cual la radiación
entra en un espacio y queda atrapada,
calentando, por tanto, ese espacio.
Se llama así porque es el efecto que
ocurre en un invernadero, que es un