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revista Toldo 1-2014

Oscar Tusquets ha criticado in-teligentemente la imprevisión de algunos grandes arquitectos en su afán por proyectar grandes vidrie-ras. Sus comentarios sobre la bi-blioteca de Cambridge de J. Stirling y el Palau de la Música de Valencia de J.M. García de Paredes ponen en evidencia esa testarudez en la transparencia. (Más que discutible. Ed Tusquets, Barcelona, 1994). Tus-quets atribuye el éxito de las gran-des fachadas de escueto vidrio a la voluntad de rehuir la difícil compo-sición de una fachada con macizos y ventanas. En todas las ciudades se podrían citar algunos edificios cuyas ins-talaciones de climatización difícil-mente pueden competir con el sol por la imprevisión de los arquitec-tos. En España la moda ha llegado con el hedonismo epidérmico de nuestras últimas arquitecturas, la high tech exhibida como marchamo del poder económico y el traslado hacia el sur de la evolución técnica del norte de Europa. La presión simbólica de la arqui-tectura del muro cortina y del vidrio encolado (silicona estructural) se está sumando al ejemplo de las nor-mativas nórdicas para marcar unos objetivos de calidad que poco tienen que ver con las necesidades reales de nuestro país. Como consecuen-cia de todo ello estamos más pre-ocupados por los puentes térmicos que por los insoportables calores de nuestros edificios emblemáticos. Las grandes corporaciones em-presariales han hecho de la imagen tersa del vidrio el referente de su poder económico y la tarjeta de vi-sita de su presencia en la ciudad. La necesidad de llevar una iluminación suficiente a las zonas más alejadas de las fachadas difícilmente puede justificar algunos excesos. Esta excitación por la transparen-cia se está transponiendo a los edi-ficios residenciales. Los resultados son a veces sorprendentes dentro de una cultura mediterránea de la intimidad, cultura a la que son tan ajenos otros países europeos. En cualquier caso el problema que aquí plantearemos no es el ta-maño de los huecos sino el de la ne-cesidad de su protección contra los excesivos aportes solares y contra el deslumbramiento. Bienvenidas sean las grandes su-perficies vidriadas, si su incorpora-ción a la arquitectura no se hace en detrimento de esa calidad de la luz y del confort térmico. Los huecos pueden ser muchos más grandes gracias a las nuevas posibilidades ofrecidas por las nuevas técnicas del vidrio, pero ese incremento de tamaño no se puede hacer sin ma-yor análisis de sus consecuencias para el ambiente interior. No todo lo que se puede hacer se debe hacer. Desde hace algunos años los países del norte de Europa se han empezado a plantear seriamente la protección solar de sus grandes huecos más allá de las posibilida-des de los vidrios modernos. Hoy ya no es razonable en ningún país europeo, y en el nuestro menos que en ninguno, proyectar superficies acristaladas a cierto tamaño olvi-dando la importancia de los aportes solares veraniegos o suponiendo que será razonable, o simplemente posible compensarlos con una ins-talación de refrigeración. toldo técnica 34


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