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figurado un paisaje tradicional (…) Y
nuestro patrimonio. Luego podemos
discutir si es más bonito o más feo…”.
Lo que está claro es que existe y que
representa una época: los 70-80. “Para
mí el toldo verde es como el Ford
Orion de la arquitectura. Es algo que
al verlo te retrotrae a épocas anteriores”,
explica el investigador. Con una
excepción: no caduca ni tiene pinta de
que vaya a hacerlo a corto plazo.
A partir de ahí, ¿se puede estudiar el
fenómeno? Pablo no descarta “escribir
una publicación académica” o “hacer
un libro de fotografía”. Pero, decididamente,
la evidencia no la ‘descubrió’
con ningún objetivo concreto más allá
de compartir “una fascinación por observar
cosas mundanas desde un prisma
diferente”. Nada más. Lo cierto es
que sus grupos tienen enganchados/
as a 2.000 personas que suben fotos
todos los días de ciudades y pueblos
con toldos verdes. Ellos sí creen que
forma parte de su patrimonio, de lo
que son. Saben que es algo común y
que no hace daño a nadie. Y en el artículo
que publicamos a continuación,
Pablo nos invita a todos a formar parte
de este universo de amigos del toldo
verde que nos es nada más ni nada
menos que un llamamiento a lo cotidiano.
n
Los edificios apostaron por
este color entre los 60 y los
80 configurando un paisaje
que ha pasado desapercibido
hasta ahora.