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revista Toldo 1-2014

LA PROTECCIÓN SOLAR La protección frente a los rayos solares para evitar el exceso de ca-lor encuentra por lo menos tres li-mitaciones, tres exigencias que, en principio, no son fácilmente conci-liables con ella: Los deseables aportes térmicos en épocas frías Cualquier filtro que no sea regu-lable o escamoteable tiene el incon-veniente de que en invierno reduce las ganancias térmicas que puede ofrecer la aportación solar. Es el caso de los vidrios con filtros sola-res o de algunas celosías fijas. En las orientaciones sur este problema se puede paliar. El amplio alero de algunos edificios puede proteger los huecos de una fachada sur frente al sol de julio y sin embargo permitir la entrada del sol de invierno. Este recurso difícilmente es útil en las fachadas este y oeste que son casti-gadas por un sol más bajo, y en ellas será mejor recurrir a filtros regula-bles o escamoteables. En cualquier caso en el momento del diseño de una protección solar se deberá te-ner en cuenta el papel que se desea que juegue ese hueco para benefi-ciarse del suave sol invernal. La visión directa y nítida del exterior Casi todos los sistemas de protec-ción solar limitan de alguna manera la visión exterior. Los filtros en la masa del vidrio o los films añadidos modifican su color o su transparen-cia. Esta es la razón del actual de-clinar de los vidrios teñidos en los edificios contemporáneos. También las lamas y celosías limitan la visión del exterior y por ello son preferi-bles las protecciones orientables y, si es posible, escamoteables. El máximo nivel de iluminación interior Es deseable el máximo aprove-chamiento de la luz natural para conseguir el ahorro energético, y la reducción de aportes térmicos internos que supone la iluminación artificial. Por ello es importan-te que la solución de la protección solar adoptada no reduzca sustan-cialmente ese aprovechamiento. Es una razón más para no utilizar los vidrios teñidos y también para evitar las celosías y lamas fijas. Veremos toda clase de soluciones para incre-mentar las reflexiones entre lamas o para aprovechar los fenómenos de refracción en vidrios prismáticos conduciendo la luz hasta el interior del edificio. Es curiosa la vuelta a soluciones utilizadas en nuestras ciudades hace muchos años. Las estrechas calles del casco antiguo de Barce-lona apenas permitían el paso de la luz al interior de los talleres si-tuados en planta baja. Se utilizó fre-cuentemente, y yo lo he conocido, un panel abatible fijo en la carpin-tería de fachada que se abría hacia el exterior girando sobre su lado horizontal inferior y provocando una reflexión hacia el interior de la luz que llegaba por la estrecha grieta de la calle. Las limitaciones expuestas pue-den ser críticas en un momento de-terminado y poco significativas en otro. En una fachada oeste durante un atardecer de verano la protec-ción del asoleo directo será priori-taria frente a las vistas pero unas horas después será preferible re-cuperar la relación visual con el ex-terior. En verano agradeceremos la protección de algunos huecos pero en invierno será ventajosa la trans-parencia a los infrarrojos para la captación energética. Por todo ello debemos considerar preferibles las soluciones de protección escamo-teable o por lo menos practicable. Sólo los problemas de coste, de instalación o de mantenimiento, se deberían tener en cuenta para mo-dificar este criterio. EL SOL No hay razón ni excusa para olvidar la protección solar. La responsabili-dad del proyectista es mayor puesto que la imprevisión en el campo de la protección solar es siempre difícil de corregir, a veces es imposible, y siempre es cara. Muchos edificios notables han sufrido la violencia de unas adiciones forzadas de protec-ciones que han desvirtuado comple-tamente su intención original. No es razonable, y a veces es im-posible, confiar en el aire acondi-cionado. Un metro cuadrado de una ventana orientada al oeste y cerrada con un vidrio sencillo puede permi-tir, en nuestras latitudes, el paso de 444 Kcal/hora. Si la ventana in-crementa su superficie hasta los diez metros cuadrados su captación energética será diez veces superior. A esa cifra se sumarán los aportes producidos por los propios usuarios, luminarias, ordenadores, etc. con lo que la ganancia puede llegar a las 7.000 kcal/h. Algunos ingenuos, y muchos bru-tos, nos dirán que para equilibrar esos aportes basta con inyectar en ese local las frigorías equivalentes, pero eso no es tan sencillo. Surgirán problemas de varios tipos: desequi-librios zonales, costes insoporta-bles para el usuario y/o para el país y excesiva velocidad del aire que transporta las frigorías necesarias. Aún en el caso de resolver el primer problema – que no será nada fá-cil – se debe abordar el económico. Producir esas frigorías puede costar cifras inasumibles para el consumi-dor, y definitivamente imposibles para el planeta. técnica 35 toldo


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